LA SOMBRA

LA SOMBRA

De niño,
en las tardes amarillentas y tenues,
cada sombra de los callejones
era un perro vagabundo,
el lobo negro,
el gato mamón.

Hubiera querido,
entonces,
no
una
espada
o una robusta armadura,
sino
una sombra
más grande
y más fuerte que aquellas,
con espaldas anchas
y tranquilas,
de paso lento
y breve,
y con voz más severa
y sabia.

Una sombra así,
hubiera
querido
al lado,
o un poco más atrás.

Hoy,
a los treinta años,
esa sombra
me doy vuelta
todavía
para buscarla,
y si la viera,
si la sintiera
aun
solamente
por
un
instante,
bastaría,
y no temería más.

(traducción de José M. Carcione)

desde “Al sur de las cosas” – Buenos Aires, 2012

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