AL SUR DE LAS COSAS
En silencio
volvemos
donde el mar,
en invierno,
tiene colores sucios
de arena y de sal,
y olas espumosas,
que opacan anteojos,
movidas por un viento de África
saturado de polvo.
De las ventanillas
llegamos
al Sur,
donde una madre consume
en un fogón
su juventud,
y un niño llora
por el sonido lento
y grave
de las campanas.
Donde los rezos
son largos murmullos
envueltos en mantillas negras.
Donde la vida es silencio,
y la muerte, una culpa.
Donde la sonrisa
es el pecado de una arruga,
y el llanto,
gotas de sudor en los campos.
Así
volvemos al Sur,
al sur de las cosas,
donde el amor es mudo
y se da sólo a los Santos.
(traducción de José M. Carcione)
desde “Al sur de las cosas” – Buenos Aires, 2012